Casi cualquier actividad o producción acaba generando algún residuo, que después es necesario gestionar de algún modo, ya sea a través de una reutilización, de reciclaje o procediendo en la eliminación. Sin embargo, nuestros estilos de vida y de consumo hacen que muchas veces optamos por productos no duraderos, que nos llegan de la otra punta del mundo o los sustituimos por uno nuevo cuando aún le queda vida útil.
Leer másSegún el Parlamento Europeo, para fabricar una sola camiseta de algodón se estima que se necesitan 2.700 litros de agua dulce, que serían suficientes para el consumo de una persona durante dos años y medio. Tras la producción, el textil sigue teniendo un impacto ambiental: se calcula que cada año terminan en el mar alrededor de medio millón de toneladas de microfibras, procedentes del lavado de materiales sintéticos.
Leer másEl objetivo de la Unión Europea para la recogida selectiva en los próximos años es incrementar la tasa de reciclaje y reducir la cantidad de residuos que terminan en vertederos. La primera fecha marcada es en 2025: entonces, la tasa de separación de residuos municipales debería alcanzar el 55%, aunque actualmente, la media catalana ronda el 47%.
Leer másBuenas prácticas para todos
Buenas prácticas para toda la familia
Buenas prácticas en el comercio
Los residuos son el reflejo de nuestros hábitos y estilos de vida. Así ha sido en todas las civilizaciones y los residuos que se han conservado han servido para escribir la historia. Desgraciadamente, los vestigios que hemos encontrado en otras épocas eran cerámicas, bronces y elementos escultóricos, mientras que nuestros predecesores encontrarán botellas de plástico, carcasas de ordenador y envases de yogur. Es evidente que la manera mayoritaria que tenemos de producir, consumir y deshacernos de los residuos no es la correcta y debemos cambiarla.
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